En la actividad se propone que se ordenen – de acuerdo con
su complejidad – una serie de exponentes, y que a continuación se escriba
acerca de los criterios que nos han llevado a organizarlos de esa forma.
He medido la complejidad de cada exponente – y los he
organizado en consecuencia - en función de la dificultad de las estructuras
linguísticas empleadas, pero también en función de las ideas abstractas o
generales que cada una transmite: por ejemplo en el caso menos complicado (¿Compramos
un regalo para el jefe?), la pregunta se centra en lo que se quiere pedir, sin
más florituras. En el caso más complejo, el emisor formula una pregunta (¿Cuál
es la postura con respecto a lo de hacer regalos a un superior jerárquico?) que
va más allá de la intención de obtener una respuesta a una duda (¿Le compramos
un regalo al jefe/director? ¿Os parece buena idea?), para – dando un salto con
respecto a las otras preguntas – expresar una inquietud filosófica que ya
parece incluso alejada de la idea inicial de decidir si comprar un regalo o no.
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