Todos tenemos una visión de cómo son las cosas, imágenes,
ideas y expectativas sobre las que construimos nuestro mapa del mundo que nos
rodea. Sin embargo esas imágenes son apreciaciones básicamente subjetivas que se
basan en nuestra percepción: como escribe Alfred Korzybski, el mapa no es el
territorio que representa, pero si es correcto tiene una estructura similar[1].
Nuestra percepción del territorio, depende de nuestras capacidades – físicas y mentales – pero también
de nuestra educación y del medio en el que hemos crecido. Somos parte y
producto de un contexto, y como tal nuestra mente construye unas determinadas
imágenes culturales, en parte propias, individuales, y en parte compartidas – representaciones
mentales compartidas - con el resto de los que habitan en nuestro mismo país o
región, o hablan la lengua – o las lenguas - en la/s que somos nativos. Esas
representaciones mentales compartidas facilitan la interacción entre las
personas que las comparten, pero pueden producir una colisión entre personas
cuyas representaciones mentales culturales son muy distintas, llegando a no
entenderse aunque utilicen un mismo código en el proceso de comunicación. Estos
malentendidos pueden evitarse hasta cierto punto si los estudiantes de una
lengua extranjera o segunda lengua, son conscientes de ellos y aprenden a
comportarse de la forma que es común entre los nativos.
[1] Korzybski,
Alfred. 1958. Science & Sanity. European Society for General Semantics. 4TH
Ed. Disponible en: esgs.free.fr/uk/art/sands.htm
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